Sí, aunque este comportamiento dé miedo y sea exasperante, es común y perfectamente normal en los bebés y los niños pequeños. «Casi todos los bebés pasan por esta fase», afirma el Dr. Bob Sears, pediatra que ejerce en San Clemente, California, y autor de numerosos libros sobre la crianza de los niños. (También es hijo del pediatra William Sears, proponente de la crianza con apego.)
El Dr. Sears atribuye el hecho de que algunos niños se arqueen y se arrojen hacia atrás a la frustración y a emociones incontrolables que pueden desequilibrar su sentido de seguridad y el control de su cuerpo.
«Que tu hijo se arroje hacia atrás cuando lo tienes en brazos presenta un riesgo para su seguridad, pero lo cierto es que no tiene suficiente control de sí mismo como para detenerse», afirma el Dr. Sears.
Muchos padres notan que sus hijos hacen esto alrededor de los nueve meses. El Dr. Sears dice que la causa es emocional («probablemente sólo frustración»), no física.
Un bebé de 9 meses puede ya imaginar cómo quiere que sean las cosas y se enoja cuando no son a su manera. Tal vez nunca sepas qué hizo que tu hijo se arqueara. Podría ser algo tan insignificante como el hecho de que le diste el juguete equivocado o le cantaste una canción que no era la que quería.
Sea cual sea la causa, ten cuidado cuando tu hijo empiece a lanzarse hacia atrás de tal manera que podría salirse de tus brazos y asegúrate de agarrarlo bien a la mitad del arco. «Prepárate para sostenerlo con fuerza», aconseja el Dr. Sears. «También puedes bajarlo, poniéndolo en una superficie suave y dejar que se lance hacia atrás en una alfombra, almohada o colchón suave.»
Es muy poco probable que arquear la espalda sea señal de un problema médico. Las convulsiones febriles o ataques epilépticos, que consisten en una agitación rítmica de las extremidades, lucen muy diferentes de un arco de frustración. No pueden confundirse las dos cosas, afirma el Dr. Sears.
Sin embargo, si tu bebé arquea la espalda exclusivamente después de comer, tiene gas, voltea la cabeza hacia un lado, flexiona los codos y extiende las caderas, esto puede ser señal de reflujo gastroesofágico. Esta reacción corporal relativamente poco común se conoce como síndrome de Sandifer y a menudo se confunde con ataques epilépticos. Habla con tu pediatra si sospechas que tu bebé tiene convulsiones o reflujo.
Pero si tu pequeño es como la mayoría, los momentos en que arquea la espalda no señalan nada más que su creciente independencia y significan que su desarrollo emocional está progresando normalmente. Así que paciencia: ésta no será la última vez que tendrás que permanecer calmada mientras tu hijo pierde el control.
fuente Babycenter