El pelotero José Fernández ha inspirado a muchos con su historia de superación. La estrella de los Marlins, quien falleció el pasado domingo en un accidente marítimo, ha dejado un legado de vida que motivará a muchos. Fernández comenzó a jugar en los campos de pelota de Villa Clara, Cuba, a los cinco años.
Sus múltiples intentos de irse de Cuba fueron traumáticos. En una ocasión tuvo que salvar a su madre de ahogarse cuando ella cayó al mar y otra vez pasó cuatro meses en una cárcel de su país al ser capturado por las autoridades a sus 14 años. Aún así, siguió intentando llegar a Miami y lo logró en el 2008, junto a su madre Maritza Fernández. Allí se convirtió en ciudadano estadounidense.
El dolor por la separación familiar no era ajeno al pelotero. En la Florida se reencontró con su padre de crianza, Ramón Jiménez, quien había emigrado poco antes a Tampa y lo ayudó a salir adelante en Estados Unidos.
Su reencuentro con su abuela Olga Fernández cuando ella logró alcanzar a su familia en Miami, fue uno lleno de lágrimas y alegría. Tanto ella como su madre lo iban a ver jugar cuando se convirtió en una estrella de los Marlins. Comprarle una casa a su madre cuando comenzó a ganar dinero fue un sueño hecho realidad para el jóven, quien tras muchos años de práctica, brilló en las grandes ligas.
Aunque murió trágicamente a sus 24 años, continuará siendo una fuente de motivación. A los dos días de su muerte, el pelotero de los Cardinals Aledmys Díaz, un amigo de la niñez de Fernández, conectó su grand slam o primer jonrón con las bases llenas. También fue un mentor para su amigo y compañero de los Marlins, Wei-Yin Chen, de Taiwan, quien en su honor, intentó conectar su primer hit en las Grandes Ligas usando un bate de Fernández.