Este viernes hubo un reencuentro triste entre miles de compañeros que se cruzaron alguna vez en la academia de Policía o en algunos cuarteles, luego que volvieran a reunir en Seaford, en Long Island, para despedir al oficial Brian Moore fallecido el pasado lunes.
Otros desconocidos hermanos de azul y gris, llegaron de estados tan lejanos como California, Arizona, Georgia y algunos hasta desde Canadá y Francia para unirse a la triste ceremonia.
Diez manzanas alrededor de la iglesia católica Saint James Roman se llenaron de autos y algunos oficiales tuvieron que caminar hasta quince minutos para llegar.
Un vocero de la Policía confirmó que más de 15,000 oficiales llegaron hasta Long Island, donde varias calles se acordonaron y había extremas medidas de seguridad con helicópteros sobrevolando y agentes de élite con rifles hasta en los tejados. Se repartió mucha agua pues el sol golpeó fuerte, y con los trajes elegantes de los uniformados, la deshidratación era un riesgo. Un par de oficiales tuvieron breves desmayos.
El cortejo fúnebre fue recibido en silencio y con el protocolo acostumbrado. La marejada de uniformados llenó las calles alrededor de Hicksville Road y Union Avenue, y muchos hicieron lo posible para ver la llegada del ataúd a la iglesia.
Dos pantallas gigantes y varios altavoces permitieron a los miles de asistentes a seguir el servicio fúnebre que se realizaba dentro del templo.
“Nos duele el gran hombre que perdimos. Tenemos el corazón roto”, dijo el alcalde Bill de Blasio. “Él representaba los mejor de la ciudad y tenía el ADN de la policía”, en referencia al padre y un tío de Brian quienes también fueron miembros del NYPD.
El Alcalde contó que desde los 17 años Moore ya había tomado la decisión de unirse a la fuerza. “He oído historias de su valor y sus deseos de progresar. Era una estrella y muy joven fue aceptado en la unidad anticrimen”.
De Blasio luego habló del lado bromista del oficial, contando que se grababa cantando con karaoke y publicaba los videos en internet. “Era capaz de burlarse de sí mismo”.
A su turno el comisionado de Policía Bill Bratton recordó el primer entierro de un policía al que acudió en 1970. “He asistido a muchos desde entonces. Siempre es demasiado pronto cuando muere un oficial”.
También recordó la faceta simpática de Moore puesto que vio muchas fotos privadas en las que siempre sonreía. “La única en la que no sonreía era en la de su identificación policial”.
Bratton elogió la brillantez del joven uniformado que alcanzó a hacer cincuenta arrestos en su corta carrera en la unidad anticrimen. “Necesitamos más como él”.
Ascenso póstumo
Luego, en un tono más sobrio, el comisionado dijo que todos “teníamos el derecho a vivir sin miedo. Siempre que veas a un policía recuerda que es tu amigo. Y recuerda que él arriesgará su vida para salvar la tuya”. Con la voz quebrada Bratton entregó a losfamiliares de Moore en primera fila una placa póstuma en la que lo promovía adetective de primer grado.
Al final de los reconocimientos, el ataúd fue sacado de la iglesia mientras un grupo de gaitas irlandesas tocaba la música fúnebre.
Después de la ceremonia se realizó un entierro privado del joven oficial que no tuvo hijos.
Uno de los que asistió al funeral fue Anthony Burgos (43), padre de tres hijos y que lleva 15 años de policía, y quien dijo que “es un día triste, pero hay que seguir sirviendo a la comunidad, aunque a veces no esté de acuerdo con nosotros”.
El oficial residente en El Bronx reconoció que en el trabajo hay que mejorar la comunicación con la comunidad. “A veces, además de ser policías, nos toca ser psicólogos y trabajadores sociales. Pocos entienden eso”.
Para otro de los asistentes al funeral, el detective Efraín Collado (43) con 18 años en la fuerza, fueron varias las causas que provocaron que ocurriera esta tragedia: “Hay muchas armas en las manos equivocadas en todo el país”.
Callado, que es miembro de la unidad antipandillas que trabaja en sectores como Bushwick, East Nueva York y Bedford-Stuyvesant en Brooklyn, indicó que otra causa es que “además el hombre que mató a nuestro compañero Brian Moore era un criminal con antecedentes. Es costoso mantener encerrados a todos los criminales, entonces a algunos los liberan sin que se hayan regenerado”.