NUEVA YORK – Dispuesta a asegurarle a su hija una vida exenta de miedo, Guadalupe López se divorció de su abusador y pasó de ser una sobreviviente de la violencia doméstica a una activista que dedica sus días a salvar a otras mujeres que sufren abuso.
“La violencia doméstica no se olvida, pero se supera. Soy ejemplo de que es posible recuperar una vida plena y feliz”, expresó la mexicana residente de El Bronx.
Guadalupe, quien emigró de su país en la adolescencia, cuenta que los primeros años de relación con el padre de su hija fueron de amor, pero el abuso comenzó luego de embarazarse. Primero fue la violencia verbal y psicológica que gradualmente se agravó hasta llegar a los golpes.
“El control y la manipulación crecieron cuando nació mi hija. Mi pareja asumió que tenía mi vida en sus manos por depender económicamente de él”, comentó López. “No noté cómo me fue cercando en una pesadilla que parecía no tener fin. Me convertí en una presa, siempre acorralada”.
Guadalupe vivió más de una década de violencia doméstica hasta que una noche, deshecha en llanto y desesperación, decidió llamar al 311 buscando ayuda para liberarse de su abusador.
La fémina recuerda que la voz en la línea le ofreció varios números de teléfono de organizaciones comunitarias, incluyendo el Programa de Intervención Contra la Violencia (VIP). El grupo, que opera en los cinco condados, ayudó a López con representación legal y terapia gratuita hasta que se divorció de su esposo en 2006 y obtuvo la custodia de su hija y una orden de protección.
Luego de recobrar su estabilidad económica y emocional, Guadalupe se integró al grupo de mujeres sobrevivientes de VIP que ayuda a las víctimas de violencia doméstica a salir del abuso.
“Al vivir en carne propia la situación, entiendo a otras mujeres que están destruidas emocionalmente y son incapaces de tomar decisiones por el terror que viven”, dijo. “Así como otras sobrevivientes me dieron la mano para salir de un abismo de desesperanza, yo también quiero aportar para que nuestros hijos tengan una mejor vida”.
Cecilia Gastón, directora de VIP desde junio de 2008, es uno de los rostros más visibles de la lucha contra este problema en Nueva York. Es común verla con el puño en alto en movilizaciones que buscan crear conciencia acerca del problema, pero pocos saben que la notable activista también sufrió abuso.
Gastón, de madre mexicana y padre cubano, recuerda que luego de emigrar a Nueva York la situación con su pareja se tornó violenta al estar lejos de su familia y amigos cercanos.
“Fui sometida a la violencia emocional, psicológica y económica que no llegó a la física gracias a la intervención de mis hermanas, que pese a la distancia, notaron que estaba totalmente destruida”, enfatizó.
Cecilia comentó que su expareja quemó su pasaporte y documentos de identidad para asumir el control de su estancia en la ciudad.
“Cuando el casero tocaba la puerta para cobrar la renta, el padre de mis hijos me dejaba la responsabilidad en excusar una deuda más de alquiler sabiendo que no tenía el dinero para pagar”, relató. “Era terrible vivir aterrada, y ese sentimiento también lo vivían mis hijos”.
Gastón figura por su activa participación en varios comités estatales, fundaciones y organizaciones, incluyendo la Junta Directiva de la Coalición contra la Violencia Doméstica del Estado de Nueva York y el Comité para las Familias y Niños Hispanos.
“La intervención temprana ayuda a salvar vidas y familias”, señaló Gastón.
Ayuda disponible
- Línea directa de violencia doméstica de la ciudad: 1-800-621-HOPE (4673).
- Línea de ayuda de VIP: 1 (800) 664-5880.