México.- Los mexicanos ya no creen que las seis cárceles de “Alta Seguridad” que existen en México sean seguras a pesar de sus muros de un metro de grosor, diamantes que regulan los accesos, puertas de acceso automatizadas y los 18 millones de dólares que oficialmente se reconocieron para la remodelación durante el sexenio presidencial de Felipe Calderón, antecesor de Enrique Peña.
“Con dinero baila el perro”, cuchichean aquí y allá, en las redes sociales y los cafes; los medios de comunicación y los mercados tras la fuga del pasado sábado de Joaquín “El Chapo” Guzmán.Pero la mala fama dista mucho de la infraestructura de los Centros Federales de Readaptación Social (como se llaman oficialmente) que aún albergan a otros tantos reos de alta peligrosidad: desde Servando Gómez “La Tuta”, líder de los Caballeros Templarios al temerario líder de los Zetas, Miguel Treviño; del secuestrador Daniel Arismendi, al asesino del ex candidato presidencial, Luis Donaldo Colosio, entre otros.
El Altiplano, por ejemplo, fue catalogado recientemente por la Comisión Nacional de Seguridad (CNS) con una calificación de 8.6 en la escala de 10 máximo por sus sistemas y equipos electromecánicos y electrónicos como circuito cerrado de televisión, control de accesos, alarmas , detectores de metal, drogas y explosivos, radiocomunicación, voz y datos, sensores de presencia, y telefonía.Con relación a las políticas de manejo de reos peligrosos, estos penales son muy similares en su dureza a las que tiene Estados Unidos en sus 40 prisiones de alta seguridad que albergan a 25,000 presos y recientemente fueron criticadas por la organización Amnistía Internacional por violación a los derechos humanos.
En México, los presos también se encuentran en aislamiento total en sus celdas entre 22 y 24 horas al día; su alimentación y atención médica la realizan en solitario, los horarios de ejercicio se reducen a unas cuantas horas a la semana en pequeños patios aislados de cualquier contacto con otros reclusos y las distracciones se reducen a libros de préstamo.El problema, de este lado de la frontera, se deduce, más bien, humano. En junio pasado la Procuraduría General de la República inició una averiguación porque una mujer logró hacer una visita al “Chapo” con documentos de identidad falsos, por la puerta grande y autorizada por el personal.Cuatro meses antes, los mismos reos del Altiplano, denunciaron a la Comisión Nacional de Derechos Humanos problemas de hacinamiento en el Altiplano con 1106 reos cuando el cupo es para 800.
En 2004, un reporte oficial reconoció que desde la creación del Altiplano, trece años antes, se suscitaron 42 riñas y dos asesinatos: el hermano de “El Chapo”, Arturo “El Pollo” Guzmán Loera y el de Miguel Ángel Beltrán Lugo “El Ceja Güera”.“Mientras haya corrupción no habrá alta seguridad invulnerable”, dijo el analista de seguridad Javier Oliva.
CIFRAS:El Sistema Penitenciario Federal, que inició operaciones en 1991 (anteriormente los presos de alta peligrosidad se mezclaban con otros comunes en las cárceles estatales) cuenta a la fecha con seis centros de reclusión que dependen de la Secretaría de Seguridad Pública.
Los penales de máxima seguridad
– Colonia Penal Federal Islas Marías, a 140 kilómetros de San Blas, Nayarit (3,000 reos)
– Centro Federal de Readaptación Social No. 1 “Altiplano”, a 25 kilómetros de Toluca (1106).
– Centro Federal de Readaptación Social No. 2 “Occidente”, a 18 kilómetros de Guadalajara, Jalisco (724).
– Centro Federal de Readaptación Social No. 3 “Noreste”, a 17 kilómetros de Matamoros, Tamaulipas (724 internos).
– Centro Federal de Readaptación Social No. 4 “Noroeste”, a 13 kilómetros, de Tepic, Nayarit (848).
– Centro Federal de Rehabilitación Psicosocial, a 50 kilómetros de Cuernavaca, Morelos (500 interno-pacientes).