Tras seis meses de controversias y mala prensa, el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, presentó abruptamente este viernes su renuncia luego de que el presidente Donald Trump rechazara su consejo sobre el nuevo director de comunicaciones.
Un funcionario de la Casa Blanca dijo al diario “The New York Times” que Trump ofreció el puesto de director de comunicaciones a Anthony Scaramucci, un inversionista de Wall Street, algo que Spicer consideró un “gran error”.
Según el diario, Trump le pidió a Spicer que se quedara en el cargo, pero éste prefirió presentar su renuncia, como reflejo de las divisiones que sacuden al personal de la Casa Blanca, que por ahora no ha emitido una declaración oficial sobre la renuncia.
La asignación de Scaramucci también afrontó la oposición del jefe de Gabinete, Reince Preibus, del principal estratega político de Trump, Steve Bannon, y otros en el estrecho círculo de asesores de Trump, quien tenía planes desde hace tiempo de contratar al fundador de SkyBridge Capital en algún puesto en el Ala Oeste de la Casa Blanca, según fuentes conocedoras de la espinosa situación.
Más adelante, en un aparente esfuerzo por no “quemar puentes”, el propio Spicer dijo en su cuenta en Twitter que “ha sido un honor y privilegio” prestar servicio al presidente Trump y al país, y que permanecerá en el cargo hasta agosto próximo.
It’s been an honor & a privilege to serve @POTUS @realDonaldTrump & this amazing country. I will continue my service through August
— Sean Spicer (@PressSec) July 21, 2017
Spicer dijo a la cadena CNN que aunque Trump le pidió que permaneciera en el cargo, éste prefiere que “dar espacio” a un nuevo equipo de comunicaciones.
Spicer, un allegado del jefe del Gabinete, Reince Preibus, deja el cargo tras seis meses en los que tuvo que salir al frente de múltiples controversias desde el inicio de la presidencia de Trump, incluyendo las investigaciones en torno a la presunta injerencia de Rusia en las elecciones de 2016.
El puesto de director de comunicaciones quedó vacante desde finales de mayo, cuando renunció el estratega republicano, Mike Dubke, quien sostuvo el cargo apenas tres meses.
Spicer había asumido las tareas de Dubke más las suyas como portavoz, y hubo rumores de que éste dejaría el cargo de portavoz para dedicarse de lleno a las tareas de la oficina de comunicaciones.
Spicer tuvo una relación de tirantez con los periodistas que cubren la Casa Blanca, criticando casi de forma perenne su cobertura de la gestión de Trump.
Sarah Huckabee Sanders lo ha reemplazado en numerosas ocasiones en las ruedas de prensa, que desde el pasado 29 de junio han sido fuera de cámara. Según fuentes allegadas a la Casa Blanca, Sanders ha dicho que no le interesa el puesto de portavoz.
En declaraciones a este diario, Erick Langer, profesor de Historia de la Universidad de Georgetown, señaló que Trump ha vivido en su propia “burbuja”, rodeado de asesores dispuestos “a hacer lo que él dice, aún cuando los contradice”.
“Hay dos tipos de personas: el tipo que tiene ambiciones y no les importa, y quieren seguir en esa posición y tener poder, y otros que son verdaderos creyentes, que creen que Trump es útil para su agenda… Sean Spicer estaba en la primera categoría, como lo están Huckabee Sanders, y están dispuestos a mentir y hacer lo que sea necesario”, dijo Langer.
Pero, Larry Sábato, director del Centro para Política de la Universidad de Virginia, sostuvo una extensa discusión en Twitter sobre si a la opinión pública verdaderamente le importa los vaivenes del personal de la Casa Blanca porque, a fin de cuentas, Trump es su propio portavoz.
A su juicio, lo que importa son las políticas que implementa el presidente.
Un exsecretario de prensa de la Casa Blanca, Ari Fleischer, coincidió con Sabato en que los votantes a quien juzgan es al presidente.
Desoyendo los consejos de Spicer, Trump ofreció el cargo de director de comunicaciones a Scaramucci, un férreo defensor del mandatario pero que tiene cero experiencia en comunicaciones políticas.
Scaramucci fue co-presidente de finanzas de la campaña presidencial del republicano Mitt Romney en 2012, y también realizó labores de recaudación de f ondos para el gobernador de Wisconsin, Scott Walker, y el exgobernador de Florida, Jeb Bush, durante las primarias de 2016.