Probablemente, técnicas de masaje en la actualidad haya cientos. Sin embargo, cada una de ellas tiene un efecto y unos beneficios muy particulares sobre nuestro cuerpo.
Agua caliente y fría como grandes aliadas
En muchos casos, más que necesitar una reducción de grasa, lo que necesitamos es una tonificación general del cuerpo. Es por ello que resulta fundamental que reactivemos la circulación de nuestras extremidades. Una de las formas más sencillas de hacerlo sin tener que recurrir a ningún especialista es, precisamente, a través de los cambios de temperatura con agua caliente y agua fría combinadas.
Te aconsejo que hagas masajes en círculos mientras estás en la ducha. Primero, con el agua caliente habitual, para luego pasar a un chorro de agua fría rápido en el que deberías de ser capaz de masajear toda la zona que quieres reducir. Aunque suene realmente complicado, una vez te acostumbres a esta rutina, incluso estarás encantada de realizarla.
Masajes reductores
Lo ideal para conseguir reducir la zona afectada por un exceso de grasa es hacerse con uno de esos guantes que no son más que una esponja. Si puede ser natural, de algas, mucho mejor. En este caso, lo que debes hacer es, justamente, tras salir de la ducha, masajear con él toda la zona haciendo círculos, e insistiendo en las zonas más rebeldes.
No debes olvidar que, para poder deshacernos de la grasa debemos precisamente «deshacer» esos cúmulos de la superficie, que son a los que vamos a llegar, y esto solo se puede conseguir a base de mucho insistir y de dar el masaje con energía. Hay que repetir el proceso al menos 3 veces por semana para conseguir resultados.
Fuente Imujer