La Habana, Los demonios cotidianos que pueblan el álbum CuBass responden con un rotundo «sí» a quienes se preguntan si ya puede hablarse de rap cubano, en lugar de uno hecho en Cuba.
Varios talentos del movimiento cubano de hip-hop unen fuerzas con el dúo italiano Zero Plastica en esta producción independiente, un regalo musical del IX simposio internacional de rap Habana-2013.
A través de 14 pistas que van desde su filosófico «interlude» hasta verdaderas declaraciones de principios, como el tema «Mucho Rap», el disco dialoga en voz alta, pero sin estridencias.
La víspera, Zero Plastica se presentó en el habanero Palacio de la Rumba junto a artistas locales, como Don Guajiro y las Klidas, agrupación femenina que vino a rapear desde el oriente cubano.
«El rap significa amor, paz, unión, concepto es una guerra disfrazada de verdad enfrentando la mentira», canta a su vez Leli, reivindicando el carácter de denuncia de un género subestimado.
Tras esta placa está la iniciativa del italiano Sergio Limuti, con el sello MiEmma Production, un europeo fascinado por la riqueza cultural de Cuba, que no duda en comparar al rap con la rumba.
Desde que vino a un festival de jazz en 1987, Limuti es asiduo al «underground» habanero, e incluso habla el español a lo cubano, sin pena de llamar «chamas» (muchachos) a los miembros de Zero Plastica.
Por eso trajo al dúo de Nio Siddharta y Lure, célebre por sus ataques musicales al sistema capitalista, quienes rapean en italiano al sonido intruso del «batá», tambor de la liturgia afrocubana.
Tanto en esa asimilación de instrumentos musicales cubanos, como en las temáticas abordadas, radica la cubanía de un rap con mucha influencia foránea, pero sin caer en mimetismos facilistas.
La búsqueda y consolidación de una identidad mueve a los cultores del hip-hop en Cuba, quienes no pierden tiempo buscando culpables en el rezago mediático de un género que hace crónicas de su tiempo.
«El rapero con una buena propuesta se impone, muchos se quejan de falta de promoción, pero al reguetón nadie le regaló nada: debemos hacer más y hablar menos», dice Rubén Marín, del grupo Primera Base.
Jorge Enrique Rodríguez, director de la revista Movimiento, aseguró a Prensa Latina que el rap cubano goza de excelente salud y en constante evolución ideo-estética, indagando cuál es su mercado.
«¿De qué conflictos nos retroalimentamos y a cuáles mercados queremos acceder? ¿Qué concesiones estamos dispuestos a hacer para entrar en ese juego? Esa son las preguntas ahora», agrega.
Marín y Rodríguez desconfían del criterio de que el reguetón fue potenciado para opacar la dureza del rap, aunque reconocen que la gente prefiere divertirse con banalidades en lugar de reflexionar.
Ambos estiman que el rap cubano tiene mucha fuerza en su palabra, tiene una razón de ser, y quizás necesite menos furia y más «flow», o sea, cadencia, ritmo, actitud y capacidad para calar.