Washington – Ralph Brazel fue enjuiciado y sentenciado como un adulto a tres cadenas perpetuas por cargar 18 gramos de “crack” cuando tenía 17 años. No se pudrió en la cárcel gracias a un fallo judicial de 2010 y ahora, junto a otros activistas, exige una reforma que proteja a menores de castigos excesivos.
Brazel, ahora de 41 años, había recibido inicialmente una sentencia de 20 meses en el estado de Florida por dos cargos de conspiración para distribuir y fabricar la droga.
Su suerte empeoró cuando las autoridades federales intervinieron y lo sentenciaron como un adulto, por los mismos cargos, a tres cadenas perpetuas y sin posibilidad de libertad condicional.
Salió en libertad en 2013, tres años después del fallo del Tribunal Supremo en el caso conocido como “Graham vs. Florida”, que prohibió la cadena perpetua y sin libertad condicional a criminales menores de edad.
“Pasé 21 años, 9 meses y 16 días en la cárcel, es una cifra que jamás olvidaré porque marcó mi vida. Hay homicidas que reciben menores sentencias que la mía… el sistema requiere una reforma, porque un niño no es un adulto, y por lo tanto debe recibir otro trato”, dijo a este diario Brazel, en entrevista telefónica desde Irvine (California).
Además de su trabajo regular, Brazel, converso al islam, ofrece testimonio sobre su caso para la “Campaña para una Sentencia Justa para Jóvenes”, uno de varios grupos en todo EEUU que buscan una reforma del sistema de justicia criminal y un fin a las sentencias excesivas para menores.
En la cárcel, en vez de la escuela
Estados Unidos es el único país del mundo que sentencia a menores de edad a cadena perpetua sin la posibilidad de libertad condicional, una práctica que fue duramente condenada por Naciones Unidas la semana pasada.
“Las recientes denuncias de un representante de la ONU se suman al coro de voces que han exigido el cese inmediato a estos duros castigos y las condiciones inhumanas que afrontan los jóvenes, a pesar de la indiscutible prueba de que los niños son diferentes”,señaló Ashley Nellis, analista legal del grupo “The Sentencing Project”.
Se calcula que en la actualidad, unas 2,500 personas purgan cadena perpetua por crímenes cometidos cuando eran menores de edad, y unos 10,000 niños y jóvenes son trasladados a la cárcel en cualquier día del año, según el grupo Equal Justice Initiative. (EJI, en inglés)
En Filadelfia (Pennsylvania), Edwin Desamour, de origen latino, obtuvo una larga sentencia carcelaria por homicidio, cuando apenas tenía 16 años. Al salir libre creó en 2007 el grupo “Men in Motion in the Community”, para ofrecer consejería y mentores a jóvenes en riesgo de caer en malos pasos.
Según Heather Renwick, abogada de la “Campaña para una Sentencia Justa para Menores”, los jóvenes latinos tienen cinco veces más probabilidades de recibir cadena perpetua sin libertad condicional que sus pares blancos en California, y diez veces más probabilidades en Pennsylvania.
“Esta práctica se aplica más a los niños más vulnerables en nuestras comunidades: los que han estado expuestos a un trauma, a la pobreza, a la violencia… en todo el país, familiares de presos y de víctimas, abogados, fiscales, jueces y activistas estamos luchando para que ningún niño esté condenado a morir en prisión”, resumió Renwick.
Avances en legislaturas estatales
En la actualidad, sólo 14 legislaturas estatales y el Distrito de Columbia, sede de la capital estadounidense, han prohibido la cadena perpetua para menores.
Grupos como EJI realizan campañas de presión para abolir la cadena perpetua sin libertad condicional y demás castigos excesivos para menores, y para prohibir que menores de 14 años sean enjuiciados como adultos, o que menores de 18 años compartan cárcel con adultos.
La reforma del sistema de justicia criminal será el tema central de una “cumbre” que reunirá en Washington a líderes políticos, defensores de los derechos civiles, activistas y expertos legales de todo EEUU el próximo 26 de marzo.