El pollo es un fiel aliado de la economía doméstica y durante mucho tiempo fue considerado alimento de lujo. Actualmente, lo sigue siendo si consideramos que es nutritivo y sabroso a precio casi siempre estable y barato. Proporciona unas 100 calorías cada 100 gramos, proteínas de fácil asimilación, entre 5 y 7 g. de grasa, y una cantidad variable de calcio, hierro, vitaminas A y grupo B, un alimento apto para toda la familia y especialmente indicado en casos de recuperación y convalecencia.
Las características del pollo varían según su sistema de crianza y edad.
- De corral o rurales, criados en libertad con grano, como antaño, poseen un aroma más intenso, y menos agua.
- Los que crecen en jaulas o de granja son los que habitualmente comemos tienen la ventaja de ser más tiernos y jóvenes, aunque según los expertos, su sabor no es tan bueno.
- Pollo picantón, sacrificado con un mes de edad y 500 g. tierno pero de poco sabor.
- Tomatero o coquelet, que puede llegar al kilo, de carne más firme y de buen sabor.
- Capón y la pularda (gallina de cinco o seis meses que no ha puesto), son animales castrados y sobrealimentados, que alcanzan mayor peso que los pollos y son generalmente más tiernos e infiltrados en grasas, y cuando se sacrifican pesan alrededor de 2-3 kilos las pulardas y medio kilo más los capones.
La carne de pollo es protagonista de muchas dietas de adelgazamiento por su riqueza en principios nutritivos, pocas grasas y fácil digestibilidad. Como no es muy rica en vitaminas y minerales le van bien los acompañamientos de ensaladas y verduras. Contiene unos 175 mg. de ácido úrico por lo que deberán consumirlo con reservas los reumáticos y gotosos, y los obesos y con colesterol elevado desecharán la piel cargada de grasa. Por su bajo contenido en sodio se recomienda a los hipertensos. Para jóvenes y ancianos el pollo es una carne muy interesante.