Tocamos la fibra siempre que hablamos de mover el intestino , porque la alimentación moderna ha perdido en buena medida su importante referencia. No es una sustancia concreta pero son unos compuestos vegetales que no somos capaces de digerir, no podemos absorber, pero no faltan en nuestro plato.
Comemos poca 10-12 g. diarios cuando lo recomendado es unos 30 g. diarios. Hay una fibra soluble y viscosa que regula la glucosa en sangre, y está en frutas, verduras, frutos secos como nueces y avellanas y legumbres. Otra fibra es la insoluble en el agua intestinal y pasa en masa por el intestino como embajadora contra el estreñimiento y contra las enfermedades cardiovasculares.
Está en el salvado de trigo, alcachofas, pan integral y algo en el blanco, espinacas, kiwi (hay quien toma dos por la mañana y problema resuelto), ciruelas con piel. El consumo de fibras, como hemos dicho mueve el intestino y positivamente tiene acción protectora contra los cánceres de intestino, tan frecuentes por desgracia, porque aumenta la movilidad y evita la exposición a sustancias cancerígenas.
No debemos olvidar que comer mucha fibra, en exceso sobre la cantidad recomendada y necesaria puede eliminar minerales como el hierro, calcio y cobre, por lo que hay ser exigentes y cuidadosos y no debemos comenzar ya a aumentar la fibra diaria, sino poco a poco. Pan de avena, integral, higos secos, dátiles, guisantes, alubias blancas, etc. los alimentos ricos en fibra mejor cocidos y masticar bien para impregnarlos bien de saliva y mejorar su digestibilidad.