Este es el momento de trabajar duro, mañana podré tener una mejor vida, la casa de mis sueños, etc… Cuando obtenga mi ascenso podré compartir más tiempo con la familia… ¿Te suena familiar?
¿Qué tan feliz eres actualmente? ¿Tu felicidad depende de conseguir ese cargo tan anhelado, comprarte un carro, o una casa, o encontrar una pareja?
El problema no es que no queramos ser felices, si no que pensamos que encontraremos la verdadera felicidad cuando tengamos algo diferente a lo que tenemos ahora en el presente. Este comportamiento tiene una explicación, los únicos que se han preocupado en analizar este problema son los australianos, pero los latinoamericanos no nos escapamos de esto.
Un experimento:
A finales de los años 60´s Walter Mischel (Psicólogo) realizó un experimento con niños y marshmallows, con la intención de medir científicamente la fuerza de voluntad en un grupo de niños y observar cómo esta habilidad podía influir en su evolución hacia la edad adulta.
Durante los cuarenta años posteriores, era un estudio longitudinal, Mischel analizó la personalidad de todos esos niños y resultó que los impulsivos, aquellos incapaces de posponer la gratificación, tenían baja autoestima y umbrales bajos de frustración, mientras que los que habían esperado eran personas socialmente más competentes y con mayor éxito académico.
Síndrome de la Felicidad Aplazada
El experimento realizado por Walter Mischel parece indicar que está bien aplazar la gratificación, pues sólo quienes lo hacen obtienen un mejor éxito académico y son socialmente más competentes. Sin embargo, esto se puede convertir en un problema cuando postergamos para el futuro nuestra felicidad por no disponer de tiempo en el presente, esto se conoce como Síndrome de Felicidad Aplazada (o deferred happiness syndrome en inglés) y se caracteriza por la angustia de no tener tiempo para hacer todo lo que debemos hacer, lo que nos lleva a posponer los momentos de recreación, diversión y descanso para después. Se calcula que alrededor del 40% de las personas que viven en países desarrollados sufren de este trastorno que les impide ser felices y disfrutar el presente.
Algunos síntomas son:
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Desear una vida con más comodidades y lujos que nos obliga a trabajar más tiempo, pensando que sólo seremos felices cuando tengamos todo lo que soñamos.
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Ahorrar todo lo que podemos para cuando nos jubilemos o seamos mayores, sin darnos cuenta de que lo más importante es disfrutar el aquí y el ahora.
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Miedo al cambio. Muchas veces preferimos quedarnos en un trabajo que nos disgusta o con una persona que no nos hace felices por miedo a tomar decisiones radicales.
La Verdadera Felicidad
La verdadera felicidad la encuentras realmente en las cosas pequeñas, en los detalles del día a día; muchas veces no lo vemos porque estamos muy ocupados pensando que no podemos ser felices ahora por falta de tiempo o porque nos falta “algo”.
Desde Mujer Vital queremos recomendarte, si has estado aplazando tu felicidad, que dejes de hacerlo. Está muy bien perseguir metas altas: querer tener un mejor empleo o una casa o un mejor carro, o realizar el viaje de tus sueños, en fin, cada quien tiene su propias metas y está bien trabajar para conseguirlas; pero debes buscar un equilibrio en tu vida que te permita disfrutar de lo que ya posees, y sobre todo de las personas que están a tu lado ahora, tu familia, tus hijos, tu esposo o pareja, tus amigos. Permítete un descanso y como dice el dicho:
“No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”