Washington.- Desde la emblemática Torre de la Libertad, en Miami (Florida), el senador republicano Marco Rubio lanzará hoy su candidatura a la presidencia en 2016 con promesas de fortalecer el “Sueño Americano”, pero con una “hoja de ruta” que ya lo pone en contra de los latinos y de su propia comunidad cubanoamericana.
De 43 años, Rubio se convertirá en el segundo líder cubanoamericano en buscar la candidatura presidencial del Partido Republicano, semanas después de que lo hiciera el senador tejano, Ted Cruz.
Rubio adelantó el esperado anuncio durante una conferencia telefónica con donantes, en la que afirmó que posee cualificaciones singulares para promover a su partido como el paladín del “Sueño Americano”, y tachó a su posible rival demócrata, Hillary Clinton, como “una líder del ayer”, crítica que suele lanzar contra las políticas del presidente Barack Obama.
Para convertirse en el primer presidente latino de EEUU, Rubio, otrora favorito del movimiento conservador “Tea Party”, sin embargo, primero tendrá que lograr el “sí” de los conservadores durante las primarias.
Su relativa juventud y mensaje de optimismo –cualidades con las que entró Obama a la contienda presidencial en 2007- le favorecen, si bien tiene menos experiencia política y menos protagonismo que el exgobernador de Florida, Jeb Bush, otro posible candidato.
Cuba y el voto latino
Fiel al conservadurismo, Rubio entra al ruedo con una fuerte oposición a una apertura hacia Cuba y una postura poco clara respecto a la legalización de la población indocumentada en EEUU.
Son dos posturas que encontrarán poco eco, ya que las encuestas, tanto en Florida como a nivel nacional, señalan que la mayoría de los estadounidenses apoya flexibilizar el embargo y también la legalización de los 11 millones de indocumentados en EEUU.
“En el tema de Cuba, obviamente solo representa la opinión de un pequeño sector de la comunidad cubanoamericana, y ha adoptado una estrategia riesgosa al cambiar su postura sobre la reforma migratoria… está en una situación difícil: quiere ganarse a la base sin perder a los hispanos“, dijo a este diario Ric Herrero, director ejecutivo del grupo “#CubaNow”, que apoya un acercamiento con La Habana.
“El resto de los cubanos apoya los cambios, sí, pero sus temás más urgentes son la salud, la economía, los trabajos, la seguridad nacional, como al resto de los votantes”, agregó.
La comunidad cubana, de dos millones de personas, no es monolítica –Obama ganó el apoyo de los cubanos menore de 50 años en 2008 y 2012- , y en los últimos cino años ha registrado un mayor apoyo hacia una apertura con Cuba, en contraste con la línea dura de la vieja guardia del exilio cubano.
Por otra parte, el apoyo inicial de Rubio a la reforma migratoria de 2013 le ganó la repulsa de los conservadores, y su posterior cambio -tal como lo explica en su autobiografía “Sueños Americanos”- hacia una indefinida reforma “en retazos”, lo ha distanciado de la comunidad inmigrante.
Los activistas “Dreamers”, César Vargas y Erika Andiola, del grupo Dream Action Coalition, advirtieron en un comunicado que su apellido latino es un recordatorio del avance de la comunidad latina en EEUU pero no será suficiente, y tendrá que rendir cuentas sobre nueva postura y sus votos en contra los inmigrantes.
La reforma migratoria es una de las prioridades de los latinos, que se han convertido en el “voto bisagra” en los estados más reñidos del país y, para llegar a la Casa Blanca, Rubio y los demás candidatos necesitarán al menos el 40% del voto latino.
Plataforma conservadora
Tras desembarcar en el Senado en 2010 con el apoyo del Tea Party, Rubio pronto se posicionó en el ala conservadora del partido, atacando cada una de las políticas de la Casa Blanca.
A juzgar por su autobiografía, sus discursos y esta especie de manual y listado de ideas, Rubio se presentará como la opción de futuro y ofrecerá una plataforma centrada en la creación de empleos y el crecimiento económico; la reforma educativa; mayores gastos para la defensa, y cambios al sistema de Seguro Social, entre otros asuntos.