Granitos inoportunos o un estado de deshidratación absoluta… Piel cansada y congestionada o bien un cutis lleno de brillos… Para eso y más existe una ayuda tan inmediata como eficaz: las mascarillas, el remedio cosmético infalible para perfeccionar y mejorar la tez.
El secreto de las mascarillas
¿Cuándo? Siempre que sea necesario, será la propia piel la que marque el ritmo más adecuado de uso. Sin embargo, para obtener el mejor rendimiento, lo mejor es establecer una pauta de uso regular. Una vez por semana para las mascarillas hidratantes, dos para las exfoliantes y tres para las purificantes en caso de piel muy grasa.
¿Cómo? Cada mascarilla tiene su propio manual de instrucciones y su tiempo de aplicación idóneo. Para conocerlo, nada mejor que leer el folleto adjunto, ya que dejar actuar demasiado tiempo una mascarilla exfoliante, por ejemplo, puede irritar la piel en exceso.
Para aprovechar al máximo la acción de la mascarilla, es importante que el rostro esté siempre muy limpio y, a ser posible, realizar una ligera exfoliación anterior, sea con un producto de textura muy suave o con una toalla o una muselina ligeramente áspera. Un buen sitio para aplicar una mascarilla es mientras se disfruta de un baño caliente: el vapor del agua ayuda a que el producto penetre y actúe mejor.
Hay que retirar el pelo de la cara por completo sin miedo a ensuciarlo, para luego extender la mascarilla en una capa generosa. El sistema de retirada depende mucho del tipo de mascarilla: en el caso de las hidratantes o reafirmantes, se puede dejar un resto sobre la piel para que esta lo absorba, mientras que las purificantes y exfoliantes deben retirarse por completo.
¿Dónde? Las mascarillas purificantes deben aplicarse exclusivamente en áreas de granos e impurezas y evitando siempre el contorno de los ojos. Son excelentes aliados también para espalda y escote (en ocasiones, también víctimas de los granitos), y generalmente se usan más en la zona T (frente, nariz y mentón).
Los tratamientos hidratantes se aplican en las áreas más secas de la cara (generalmente, mejillas), así como en escote y manos.
Un tratamiento para cada tipo de piel:
Piel seca. Las mascarillas nutritivas y/o hidratantes son un auténtico regalo para este tipo de piel, especialmente en épocas de cansancio, noches cortas o períodos en ambientes muy secos. Una buena idea es usarlas por la noche y no retirar el producto del todo, sino presionar tissue muy suavemente contra la piel para absorber tan solo el exceso y dejar el resto de mascarilla como tratamiento nocturno intensivo.
Piel mixta. Las mascarillas exfoliantes son buenos aliados para este tipo de cutis, que tiende a congestionarse. Aplicarlas de forma exclusiva en la zona T da buenos resultados para evitar que los poros parezcan más grandes y para controlar los brillos.
Piel grasa. Los productos purificantes son buenos aliados si se usan en combinaciones con el tratamiento diario para las áreas que necesitan cuidado más intensivo, como pueden ser la frente o barbilla. Es importante no usarlas más de dos o tres veces por semana para no secar la piel en exceso, ya que un cutis graso, si se deshidrata, se irrita y puede reaccionar aún con más impurezas.
Piel madura. Los tratamientos reafirmantes, así como los productos de efecto “flash”, son un bonus para las pieles algo cansadas, ya que aportan mucha luminosidad y un efecto tensor inmediato.
Piel apagada. La exfoliación es un bonus inmediato para este tipo de cutis, que se da a menudo tras tomar mucho el sol o períodos de falta de sueño. Las mascarillas renovadoras de acción enzimática o mediante ácidos alfahidroxiácidos son auténticos “flash” de luminosidad que despegan los enlaces entre las células muertas de la capa córnea, creando un suave efecto descamante que exfolia sin irritar y que además estimula la regeneración cutánea desde el interior.
Piel tras el sol. Por muchas precauciones que se tomen durante el bronceado, este no deja de ser una agresión. La piel agradece que se la mime posteriormente: combinar primero la aplicación de un producto after sun (con activos calmantes), seguido de una mascarilla hidratante, ayuda a compensar la falta de humedad y además estimula los procesos de regeneración cutánea.
Parches transdérmicos:
El secreto de los parches transdérmicos es la presión. En concreto, la presión osmótica: estas mascarillas, generalmente en base de papel o tela, tienen un efecto oclusivo sobre la piel que hace que el activo se empuje sobre la epidermis, mejorando así su penetración y acción de forma notable.
Ojo con los ojos:
Excepto cuando se trata de productos como los parches transdérmicos, las mascarillas no deben aplicarse en el contorno de los ojos. Su epidermis es especialmente fina y frágil y, por lo tanto, muy sensible a irritaciones y alergias. Además de evitar el área al aplicar el producto (no extendiendo la mascarilla ni sobre el párpado inferior ni el superior), se puede proteger la zona con una capa gruesa de la crema habitual para el contorno de los ojos.
Cuidado con…
• …exfoliar en exceso. Una vez por semana es suficiente para pieles secas y normales; de dos a tres, para las más grasas.
• …usar mascarillas purificantes o renovadoras en piel irritada o dañada.
• …mascarillas renovadoras tras tomar el sol.
Fuente tuestetica