La mayoría de las mujeres dominicanas ha crecido con la creencia de que su pelo natural -el rizo de influencias afrolatinas- es el ‘pelo malo’. Para alisárselo pasan por duros y costosos tratamientos. Pero hay una generación de jóvenes que quiere cambiar esto.

Sharyl E. recuerda el momento en el que decidió no volver a alisarse el pelo nunca más. Había acudido a un salón dominicano para su cita habitual acompañada de su hija pequeña, y la peluquera se retrasaba en llegar. Mientras esperaban, Sharyl empezó a reflexionar sobre las horas de su vida que había pasado en los salones, los jalones del cepillo y el calor a veces insoportable de las planchas para el cabello.
«Miré a mi hija y pensé que no quería que ella pasara por lo mismo», cuenta Sharyl a Univisión Trends. «Quería enseñarle que era bella tal y como es, y que no tenía que cambiar nada». A partir de entonces, comenzó a dejarse el cabello natural y cuando sus rizos volvieron a aparecer los recibió con felicidad.
Cada vez hay más dominicanas sumándose a este movimiento. Para algunas de las defensoras del pelo natural como Sharyl, esta postura representa una manera de abrazar su propia belleza y rebelarse ante la idea de que las mujeres siempre deben ir perfectas. Simboliza además la celebración de sus raíces afrolatinas, una afirmación de su identidad.
«Para un dominicano, lo ideal es tener el pelo liso», dice MaryAnn Talavera, una joven aspirante a cineasta que vive en Nueva York. Tradicionalmente, las mujeres dominicanas han tratado su cabello para deshacerse del rizo y lucir el estilo alisado. De manera indirecta, se trata de un gesto que hace ocultar sus orígenes africanos, aunque en muchos de los casos es una decisión estética: las que optan por esto lo hacen porque creen que se ven más bonitas así.
La costumbre empieza desde niñas. «Vienen cuando cumplen tres años con sus madres» dice Luz Delgado, dueña del salón Fantasy Hair Spa en Harlem, Nueva York. Aquí, un gran número de las clientas todavía está en la escuela primaria. La media de edad en la que comienzan a lidiar con el peine y la plancha son los 8 o 9 años, animadas por sus madres.
Al fondo, junto a la fila de secadores, dos niñas se miran al espejo mientras a una de ellas le hacen unas larguísimas trenzas. La joven aguanta con resignación la tensión de hacerse el peinado y frunce el ceño con la temperatura de las planchas. El resultado, eso sí, le encanta.
Muchas jóvenes dominicanas recuerdan su infancia entre planchas y secadores. En Twitter, el hashtag #GrowingUpDominican («creciendo como dominicano») está lleno de mensajes relacionados con el tema del cabello.
El coste económico de mantener el cabello liso es otro de los problemas.
Muchas de las mujeres dominicanas acuden al salón cada 15 días o incluso una vez a la semana. Cada tratamiento cuesta una media de 60 dólares, y en ocasiones puede superar los 200. «Me he gastado casi todo el alquiler», dice Antoinette del blog Around the Way Curls en uno de sus vídeos.
Sin embargo, llevar el pelo natural no significa librarse de los salones para siempre. Estefanie Herrera, de 25 años, viene al salón Complete Beauty cada dos semanas, pero para cuidar sus rizos naturales: «Para que la textura esté bien hay que lavarlo, hay que ponerle acondicionador, tratamiento de aceite…» explica. Estefanie siempre había desrizado su cabello, hasta que se cansó de cómo le quedaba el pelo liso y quiso cambiar. «Tener el pelo bien planchado en la cara nunca fue mi estilo». Fue su madre quien empezó a alisárselo cuando era pequeña. «A ella nunca le gustó lo afro».
MaryAnn confiesa que no recuerda cómo es su pelo de verdad. Lleva alisándoselo desde los 7 años (cuando su tía se lo planchó sin decírselo a su madre), y para poder volver a su rizo tendría que cortárselo y dejárselo crecer de nuevo. «Yo ya estoy acostumbrada a tenerlo así y por eso me lo hago», dice.
El cambio a favor del cabello natural llega con la nueva generación. Carolina Contreras, conocida como «Miss Rizos,» es una de las principales activistas del movimiento, y quiere acabar con la idea de que el cabello natural es el «pelo malo.» Para lograr su revolución, Carolina abrió en Santo Domingo un salón especializado en cabellos naturales que está cosechando éxito.
La influencia de la cultura afroamericana en Estados Unidos ha ayudado a que la mujer dominicana vuelva a lucir su pelo natural. La tendencia viene de la música, sobre todo el hip hop.
Las defensoras se unen bajo el hashtag #YoAmoMiPajon, haciendo referencia a la manera despectiva en la que algunos definen el cabello afro.

La modelo Dhio Moreno defiende sus rizos desde las pasarelas. Dhio también pasó por losjalones de pelo al igual que sus amigas, y como contó, su madre no sabía como manejar el pelo crespo y quería alaciarlo ‘a la mala’. Cuando cumplió 12 años le regalaron un texturizador para lograr el cabello manejable y fácil de peinar que promueve la publicidad.
“Se trata de sentirte orgullosa de tu raza, de lo que es tuyo como negra”, afirmó Dhio en una entrevista para Univisión.
En uno de sus artículos, Carolina explica: «No podemos expresar que porque una mujer se ponga el cabello lacio es racista o no racista, ojalá las cosas fuesen tan simples.»
El movimiento por el ‘pelo malo’ no consiste en criticar a las que prefieren seguir alisándoselo, sino en defender la libertad de la mujer para tomar sus propias decisiones sin ser influenciada por los cánones de belleza de la publicidad. Como dice el eslogan de una marca de productos capilares, «no pretendemos cambiar el mundo, pero el cabello es un buen sitio para empezar».