Se ha hecho cada vez más resistente a los antibióticos y otros tratamientos farmacológicos disponibles por lo que podría ser una amenaza a la salud pública
Aunque la situación en Estados Unidos está bajo control cuando se compara con otros países como Inglaterra, Francia y Australia, las autoridades de salud estadounidenses no bajan la guardia ante la posibilidad de que aumenten los casos de la llamada «súper gonorrea».
Según reportes médicos, la gonorrea se ha hecho cada vez más resistente a los antibióticos y otros tratamientos farmacológicos disponibles –por eso se le conoce como una súper-bacteria–, y esto podría representar una amenaza para la salud pública.
La bacteria que causa la gonorrea, Neisseria gonorrhoeae, tiene una larga historia de resistencia a los antibióticos. Desde la década de 1940 se hizo resistente a medicamentos con sulfa. Ya en 1980, antibióticos como penicilinas y las tetraciclinas eran poco efectivos para curarla. Y en 2007 se reportó que las fluoroquinolonas comenzaron a ser ineficaces contra esta bacteria.
Hoy en día, el tratamiento con una clase de antibióticos llamados cefalosporinas se considera la opción más fiable, pero se ha visto resistencia a esta clase de drogas en países de Asia y Europa. Esto ha incrementado las preocupaciones de los médicos en EEUU, quienes temen que pronto comenzarán a ver casos que no tengan cura.
«Sólo hay una opción de tratamiento restante que es recomendada por los CDC, y es sólo cuestión de tiempo antes de que la gonorrea desarrolle resistencia a este tratamiento«, dijo el doctor Robert Kirkcaldy, médico epidemiólogo de la División de Prevención de ETS de los CDC.
En 2012 los CDC actualizaron sus pautas de tratamiento de gonorrea y recomendaron una terapia más agresiva combinando el antibiótico ceftriaxona inyectable con otros fármacos como la azitromicina o doxiciclina.
Una emergencia
La Organización Mundial de la Salud ha clasificado a la gonorrea resistente a los medicamentos como «una emergencia» en varios países, como Australia, Francia, Japón, Noruega, Suecia y el Reino Unido, en los que se han experimentando infecciones crecientes.