Cuando hablamos de medidas vitales de nuestro organismo, en ocasiones se incluye al índice glicémico entre ellas. En realidad, se trata de la manera más fácil de medir el azúcar en sangre y es una información importante para quién sufre diabetes, así como para controlar que todo esté a punto en nuestro organismo.
Índice glicémico: lo que dice la ciencia
Si nos referimos a la definición más pura del índice glicémico, debemos hablar de una variable que mide la cantidad total de glucosa (azúcar) que tenemos en nuestra sangre. Es importante porque existe una variable que se repite en todos los humanos, y que cuando no coincide con la medida normal nos indica que algo está fallando en nuestro organismo.
El índice glicémico es capaz de detectar las caídas de azúcar, o las subidas de este en nuestro cuerpo porque, cuando estamos en ayunas, nuestra sangre de manera natural tiene un gramo de azúcar por cada litro. Es decir, si baja de esa cifra, algo va mal; y si sube de manera desmesurada, también.
Los alimentos y el índice glicémico
Aunque la mayoría de las teorías de la nutrición moderna ignoran los últimos avances descubiertos por la ciencia en cuanto al índice glicémico de determinado tipo de alimentos, cabe destacar que en realidad, cada uno de los productos que comemos y que contiene azúcares puede influir de una manera diferente en cómo nos afecta al organismo.
La mayoría de los nutricionistas siguen clasificando los glúcidos en dos tipos: los lentos y los rápidos. Los primeros se supone que tienen la misma cantidad de azúcar que los segundos (para la misma porción), pero que inciden de manera más lenta en la medición y mantienen ese nivel de azúcar durante más tiempo. Los rápidos disparan rápidamente el índice glicémico, pero ese estado se mantiene muy poco tiempo.
La realidad es otra. Cada alimento tiene un contenido de glucosa propio, y ese contenido de glucosa según el tipo que sea puede elevar más o menos el índice glicémico que hoy nos ocupa. Pero pese a que esto ya se descubrió en la década de los 80, muchos nutricionistas continúan con las anteriores teorías.
Fuente: Imujer