Desde hace algunos decenios, la investigación científica se centra en el impacto de los micronutrientes sobre el funcionamiento general del organismo. Pero muchos miles de años antes de esto, los chinos ya habían implicado la calidad de ciertos alimentos en las enfermedades. ¿Qué es la micronutrición? ¿Cómo puede ayudarnos a estar más sanos?
Historia de la micronutrición
Cuando hablamos de micronutrición, tal vez debamos recordar los relatos de las tripulaciones de marineros afectadas por el escorbuto por una falta de vitamina C. Igualmente, en 1886, un bacteriólogo holandés, descubre que los pollos que se alimentaban con arroz integral no se veían afectados por el beri-beri. Más tarde, se descubrió que la vitamina B1 era un elemento importante de la cutícula del arroz.
La micronutrición nació pues de las constataciones a veces azarosas, completadas más tarde por la investigación científica. Normalmente, son las obsesiones de ciertos médicos las que pondrán en evidencia el papel de ciertos nutrientes en la prevención o el tratamiento de enfermedades. De esta forma, se fue forjando la evidencia de que existe una relación directa entre alimentación y el capital salud.
¿Para qué sirve la micronutrición?
La evolución de la alimentación a lo largo de los siglos fue puesta en evidencia desde hace mucho tiempo. Desde los hombres de la prehistoria hasta los consumidores de hoy en día, los hábitos alimenticios han modificado profundamente el metabolismo del cuerpo humano.
El nacimiento de la agricultura (legumbres, cereales), la intensificación de la ganadería, la fabricación de los productos lácteos han generado, por un lado, un enriquecimiento de las variedades de alimentos; pero paradójicamente, dieron lugar a las enfermedades llamadas «de civilización», puesto que, cuanto más ricos y variados son estos alimentos, más ha disminuido su consumo (refinamiento excesivo, contaminación…).
El sedentarismo y el confort material han modificado además los hábitos de vida: el hombre no necesita ya combatir el frío y los peligros, y sus actividades físicas han disminuido. Sus necesidades calóricas, por ende, son menores.
Sin embargo, con menos de 3000 kilocalorías (Kcal) al día, los aportes nutritivos en vitaminas y minerales no son suficientes; además, el número de calorías «vacías», es decir, sin utilidad en el funcionamiento del organismo, ha aumentado. El 80% de las consultas médicas conciernen a problemas funcionales: problemas digestivos, intolerancias, alergias, sobrepeso, problemas cardiovasculares, musculoesqueléticos, etc.
Podemos deducir, entonces, que las insuficiencias alimenticias son las causantes de muchas enfermedades modernas. Ahí es cuando entra en juego el papel de la micronutrición: debemos cuidar nuestra alimentación, medir más lo que consumimos, de forma que podamos obtener todos los pequeños nutrientes que nos mantengan alejados de las enfermedades.
Debemos tener en claro que los micronutrientes no aportan energía, pero son esenciales para la vida. Entre ellos encontramos las vitaminas, minerales, oligoelementos, ácidos grasos, aminoácidos.
fuente Imujer