LA SIERRA, DOÑA ANA. Apretujados en sus butacas, casi sin poder moverse, y rodeados de montones de libros, archiveros y hasta botellones de agua, los niños de la Escuela Básica La Sierra, un paraje de San Cristóbal, reciben docencia cada día.
Las clases se imparten en cuatro aulas que se acondicionaron en el centro comunal, porque en todos los años de existencia del poblado -más de 50- nunca han tenido una verdadera escuela.
Ante la falta de espacio, la directora Antonia Sarante y el personal administrativo realizan sus labores sentados al aire libre, en la sombra que genera una de las paredes del centro o debajo de árboles.
“Cuando llueve tenemos que salir corriendo todos para las aulas, con toda esa incomodidad. Ustedes se pueden imaginar, unos cursos repletos de estudiantes, pero uno no puede dejar a todos esos empleados mojándose, hay que entrar ahí, y arrinconarse como uno pueda”, narra Sarante.
Con una población de 244 estudiantes, en la escuela se imparte desde inicial hasta sexto grado, en dos tandas.
La Sierra es una pequeña comunidad rural, de una calle, que pertenece al distrito municipal Doña Ana, en San Cristóbal. Está ubicado entre Najayo Arriba, al Este, y Yaguate, al Oeste.
Una escuela cerrada
A pocos metros del centro comunal, un nuevo plantel escolar está en construcción, casi terminado, en espera únicamente de que el Ministerio de Medio Educación (Minerd) pague al propietario el valor de los terrenos. La construcción de la obra supera el 90 %. Tiene pisos, persianas, primera mano de pintura y parte de la jardinería, pero esa inversión se está destruyendo.
“Es una situación inhumana la que estamos viviendo aquí, con una escuela construida, que está en un noventa por ciento de su terminación, y uno pasando por esta situación”, se queja Sarante, mientras acompaña a DL en un recorrido por el nuevo plantel.
El propietario del terreno, Cantalicio Valdez García, que vive al lado de la construcción, dijo que paró la obra en julio pasado para que el Minerd cumpla con su pago. Valdez García, un señor de avanzada edad, y que dice estar enfermo, asegura que vivía de la caña que sembraba en esas tierras, y ahora no dónde producir.
Lo que debe pagarle el Minerd es RD$1,944,000. Un acuerdo que firmaron a la sazón, establecía que le entregarían el 80% del valor del terreno y el restante 20% cuando se hiciera la determinación de herederos.
Valdez García sostiene que el Ministerio le aceptó los documentos que tenía (contrato de venta y título de propiedad), pero ahora cada vez que van a cobrarles, les piden nuevos papeles.
La directora Sarante precisa que desde que paralizaron la obra, notificaron al Ministerio sobre la situación, e incluso han hecho visitas junto a dirigentes de la Asociación Dominicana de Profesores, sin lograr resultados.
El ingeniero Ramón García, que ganó un concurso, es el encargado de la obra. Dice que cuando fue paralizada, sólo le faltaba un mes para entregar la escuela. Ahora pierde dinero, pues tiene que pagar los servicios de un vigilante, además de que muchos materiales, como el cemento, se dañaron.
“Lo grande del caso es que el gobierno ha invertido ahí más de veinticinco millones de pesos, y no les pueden pagar menos de dos millones a ese señor. Esa cosa no tiene madre”, se quejó.
DL buscó respuestas en el Ministerio de Educación, pero no respondieron.
El nuevo plantel escolar, casi terminado, espera que el Minerd pague al propietario.