El presidente interino de Egipto prolongó el jueves por dos meses el estado nacional de emergencia por razones de seguridad.
El estado de emergencia decretado hace casi dos meses y que da a las fuerzas de seguridad mayores poderes para practicar detenciones, debería expirar dentro de unos días. Fue declarado por primera vez a mediados de agosto después que las autoridades despejaron dos campamentos de manifestantes partidarios del depuesto presidente Mohamed Morsi, desatando una oleada de violencia que causó casi 1.000 muertos en los días que siguieron.
Desde entonces, un toque de queda nocturno ha estado en vigencia en gran parte del país. El gobierno decidirá por separado si el toque de queda se mantiene.
La prolongación había sido anticipada y el decreto subrayó los persistentes problemas de seguridad.
Protestas esporádicas de los partidarios de Morsi siguen siendo una ocurrencia casi diaria, y el gobierno indicó que encara una campaña organizada de violencia para desestabilizar el país.
Las autoridades han reprimido a los partidarios de Morsi Morsi, incluyendo miembros destacados de su Hermandad Musulmana y otros islamistas, a los que acusó de incitar a la violencia. Los funcionarios de seguridad dijeron que por lo menos 2.000 miembros de la Hermandad a y otros islamistas fueron detenidos el último mes, y todos ellos encaran juicio.
Al mismo tiempo, los ataques extremistas contra las comisarías de policía, oficinas gubernamentales e iglesias han pasado a ser más abiertos en el sur de Egipto, la península del Sinaí, y más cerca de la capital.
Un día antes, un par de atacantes suicidas embistieron con sus vehículos cargados de explosivos a objetivos militares en el Sinaí, matando a nueve soldados. La semana pasada, un vehículo con explosivos conducido por un suicida atacó el convoy del ministro del Interior Mohammed Ibrahim, que escapó ileso pero fue muerto un civil, el primer intento de asesinato político desde el derrocamiento de Morsi el 3 de julio.