Cuando pensamos en los tantos daños que fumar produce en nuestro cuerpo, lo primero que pensamos es en los pulmones, que deben recibir ese aire lleno de ese negro alquitrán, centenares de compuestos químicos altamente nocivos para el organismo e innumerables porquerías sin ahogarse.
Los pulmones de un fumador sufren y mucho (el resto del cuerpo también). Para ver bien el efecto, vamos a compararlos con los pulmones de aquellos que no fuman. Estos son los resultados…
Pulmones de un fumador vs. pulmones de un no fumador
Al ver un pulmón de un fumador, lo vas a reconocer de inmediato: su apariencia lo muestra dañado, enfermo, de un tono negruzco y violeta sangriento, tapado de cicatrices que no están presentes en un pulmón sano.
Los pulmones de los fumadores no logran expandirse como debería, algo que sí consiguen los pulmones naturales, y nos demuestra como fumar afecta su capacidad en todos los niveles, daño que empeora conforme más tiempo se fume.
Antes de seguir con la comparación, te invitamos a ver este vídeo que compara un pulmón de fumador con uno sano. Las diferencias te van a impresionar:
Tan aterrador como sorprendente, un pulmón sano y el de un fumador se ven totalmente diferentes, ¿no? A simple vista se nota como el fumar disminuye su capacidad. Aquí, la comparación en mayor detalle:
En el vídeo podemos ver los pulmones por fuera, pero las diferencias y daños también están dentro. El humo del tabaco irrita el pulmón, lo que lleva a una sobreproducción de mucosas que provocan la paralización de los cilios, unas diminutas fibras que se encargan de filtrar el aire que entra en los pulmones.
En un pulmón sano, los cilios limpian el aire de polvo y suciedad, lo que evita que se congestionen, algo que sí ocurre en los pulmones de un fumador, los cuales están inflamados y tienen menos elasticidad que un pulmón normal.
Efectos del cigarrillo a corto y largo plazo en los pulmones

Ya hablamos de las diferencias entre un pulmón sano y el de un fumador, pero cuáles son las consecuencias en su funcionamiento, ello provocado por el daño causado por el tabaco. Una persona con tendencia a sufrir ataques de asma puede experimentar uno con solo fumar su primer cigarrillo, lo que suele darse en la adolescencia.
A medida que la persona comienza a fumar en forma constante, desarrolla una bronquitis crónica, lo que provoca la característica tos del fumador. A medida que se fuma más y más, el tejido interno del pulmón se daña y no es capaz detransferir correctamente el oxigeno a la sangre, causando el llamado enfisema.
Si se deja de fumar, se puede revertir sólo parte del daño, pero la mayoría seguirá presente en el pulmón, ya que muchas estructuras no se pueden regenerar y sanar, por lo que siempre se será más susceptible a infecciones respiratorias.
En todo caso, dejar de fumar si disminuye la probabilidad de padecer cánceresde casi cualquier tipo, incluido el de pulmón. Si llevas poco tiempo fumando, todavía estás a tiempo de prevenir que tu pulmón termine como el del vídeo y, si eres un fumador crónico, igual experimentarás beneficios desde el momento en que dejes de lado el cigarrillo.