Al hablar de coágulos, es inevitable que a nuestra mente acuda la siguiente imagen: una bolita de tejido y grasa viajando por nuestras arterias. ¿Cuánto hay de acertado en dicho pensamiento?, y, ¿cómo podemos saber que tenemos unos o varios?…
Al hablar de coágulos, es inevitable que a nuestra mente acuda la siguiente imagen: una bolita de tejido y grasa viajando por nuestras arterias. ¿Cuánto hay de acertado en dicho pensamiento?, y, ¿cómo podemos saber que tenemos unos o varios?…