El acoso escolar, también conocido como Bullying, es un problema que afecta a miles de niños, niñas y adolescentes en todo el mundo. Su fin, independientemente de cómo se le llame, es el mismo: agresión, abuso, maltrato, indisciplina o violencia, y puede causar serios daños en el acosado, si no se actúa a tiempo. No en vano la Organización Mundial de la Salud (OMS) califica al acoso escolar o bullying como un problema de salud pública.
Si quieres saber un poco más acerca del acoso escolar, cómo detectarlo y cómo combatirlo te invito a seguir leyendo.
El acoso escolar es cada día más común. Los padres ignoran si sus hijos son abusados por sus compañeros de clase, o si son los que molestan. Ante esto, Oscar Misle, director de CECODAP, comenta que docentes y familiares deben estar atentos para que “el chalequeo” de los niños no se convierta en algo permanente, sistemático e intencional.
Algunas cifras de Acoso Escolar…
En un estudio realizado por el CECODAP, con unos 300 estudiantes de planteles ubicados en los cinco municipios del Área Metropolitana (Caracas, Venezuela), se pudo conocer que 40% ha sido víctima de algún tipo de acoso escolar. El dato es apenas una muestra del universo conformado por unas 1.839 instituciones, pero da cuenta de un problema ineludible dentro del sistema educativo y que aún no se refleja en cifras oficiales.
Según un trabajo desarrollado por la UNESCO entre 2009 y 2011 en América Latina el 51,1% de los estudiantes de sexto grado de educación primaria de los 16 países latinoamericanos examinados dicen haber sido víctimas de insultos, amenazas, golpes o robos por parte de sus compañeros de escuela durante el mes anterior al que se recogieron los datos. El estudio constata además que los niños y niñas víctimas de acoso escolar logran un desempeño en lectura y matemáticas significativamente inferior al de quienes no sufren este maltrato.
Entrevista a un profesional:
Como madre, el acoso escolar es un tema que me preocupa, por lo que para lograr entender mejor esta problemática y saber cómo actuar ante la posibilidad de que se presente, he contado con la colaboración de: Anaís Barrios Flores, Psicóloga Clínica en el área de Atención al Niño y su Familia (Venezuela), quien amablemente accedió a responder algunas preguntas para Mujer Vital. (Puedes contactar a Anaís Barrios Flores a través del email: psic.anaisbarrios@gmail.com)
¿Qué tan frecuente son los casos de niños que sufren de acoso escolar?
No sabría decir con exactitud cuál es la incidencia de este tipo de casos; lo que sí puedo decir es que representa una realidad que con el paso del tiempo se ha hecho más visible. A veces se piensa que el acoso y la violencia en el contexto escolar es algo nuevo que va en aumento, pero el acoso siempre ha existido y quizás lo que ha aumentado es la información que nos llega para identificarlo y denunciarlo. Según un informe publicado por UNICEF en 2011 la incidencia en América Latina se encuentra entre un 50% y 70% de estudiantes que han sido víctimas o han visto en su escuela situaciones de acoso. Esto podría darnos una idea de la presencia que tiene el acoso escolar dentro de la vida del estudiante, convirtiéndose así en un factor de riesgo significativo a prevenir.
¿Cómo detectar que nuestros hijos están siendo víctimas de acoso escolar?
Es muy difícil que no haya señales que nos permitan sospechar que nuestro hijo está bajo acoso en su escuela. Por lo general, tanto niños como adolescentes pueden presentar cambios conductuales que nos pueden indicar que algo les está pasando y afectando. Estos cambios o señales pueden llegar a presentarse de forma muy sutil o explícita, por lo que es muy importante estar atentos y mantenernos en constante comunicación con ellos.
Entre los indicadores ante los que debemos estar atentos podemos encontrar un bajo rendimiento escolar, rechazo repentino a ir a la escuela, quejas somáticas al momento de prepararse o llegar al colegio (dolor de cabeza, náuseas, dolor abdominal, mareo, fiebre, dificultad para respirar), problemas para dormir, informaciones por parte del colegio de que nuestro hijo se escapa de clase o falta a la escuela, pérdida o daño constante de útiles escolares, ánimo decaído, llanto inexplicado, cambios de humor. Así como podemos escuchar directamente de nuestro hijo que recibe burlas, acusaciones de cosas que no ha hecho, sobrenombres, golpes, rechazo y críticas de sus compañeros; manifestaciones de que no le quieren hablar en la escuela, de que no tiene amigos y no le gusta su entorno escolar.
Es necesario mencionar que todos estos indicadores no se van a presentar juntos, de modo que no debemos esperar identificarlos todos en nuestro hijo para sospechar que sufre de acoso. Con que aparezcan uno o dos es suficiente para empezar a actuar. Asimismo, algunas de estas señales pueden formar parte de violencia física, psicológica o sexual que no necesariamente pudieran estar ubicadas en el contexto escolar.
¿Que características hacen a un niño objeto de acoso escolar?, si es que hay algún patrón.
Si bien todos en algún momento podemos ser víctimas de violencia, hay unas características personales y rasgos de personalidad que pueden condicionar una mayor vulnerabilidad en el niño. Por ejemplo: el poseer un repertorio bajo de habilidades sociales, ser introvertido, presentar dificultades de comunicación, baja autoestima o auto-concepto negativo. Sin embargo, cualquier característica puede convertirse en un blanco para el acoso, el tono de la piel, la contextura física, la posición socioeconómica, tener buenas notas, presentar una discapacidad, llegar a un colegio nuevo, entre otras.
Estas características pueden verse reforzadas si el niño convive en un entorno escolar o familiar despreocupado y desatento a sus necesidades.
¿Cómo prevenir el acoso escolar? Acciones en la escuela y en el hogar.
En el hogar, la prevención del acoso y todo tipo de violencia empieza por nosotros mismos. Si como padres inculcamos en nuestro hijo que la violencia no es normal, usando un estilo crianza respetuosa, alejada del castigo físico o humillante, de los gritos, las etiquetas, los tratos despectivos, entonces nuestro hijo crecerá con sentido de valor personal y sabrá identificar el maltrato. Debemos hacerle saber sus derechos legales y también debemos respetarlos, debemos crear un clima de confianza que le permita a nuestro hijo sentirse libre de decir lo que le afecta y sentir la confianza de que será escuchado y comprendido. Debemos hablar con ellos sobre el acoso y los otros tipos de violencia a la que pueden estar expuestos.
En la escuela, la prevención empieza generando una cultura de paz, favoreciendo el respeto y la integración grupal, educando en valores y en derechos, conociendo a nuestros alumnos y observando quiénes pueden ser más vulnerables y quiénes pueden transformarse en potenciales victimarios, para así generar medidas de protección y estrategias para reducir los factores de riesgo.
¿Cómo actuar cuando se tiene un niño que sufre acoso escolar?
Lo primero que hay que hacer es creer y tomar en serio aquello que el niño nos dice con palabras o conductas. No hay nada más liberador para una víctima de violencia como lo es el hecho de que el otro le haya creído. Luego es necesario seguir los canales regulares. El primero de estos es hablar con las autoridades del colegio para que emprendan una investigación y se comprometan con velar por la integridad del niño. Mientras ello ocurre, debemos asesorarnos legalmente. Si sentimos que la escuela no ha tomado las medidas necesarias, nos dirigimos a instancias superiores como la Zona Educativa, el Concejo de Protección del Niño, Niña y Adolescente o la Fiscalía. Ante estas instancias podemos exigir medidas de protección para garantizar que la situación de acoso se detenga.
Cabe mencionar que cuando emprendemos procesos legales nos podemos encontrar con encrucijadas familiares, institucionales y sociales, puesto que atreverse a ejercer una denuncia implica un proceso arduo y complejo que puede acarrear respuestas inesperadas de los demás. Aun así, de ser superado este proceso, le otorgaríamos a nuestro hijo o alumno dignidad y sentido de justicia; por lo cual, una vez tomada la decisión de emprender un proceso legal, es importar llevarlo a término, aun con las dificultades que acarree.
¿En qué casos es necesario pedir ayuda profesional? ¿Qué tipo de profesional es el indicado en cada caso?
Ya con solo tener la sospecha de acoso escolar, podemos solicitar la ayuda profesional; y si ya estamos seguros de ello, no está de más buscar una ayuda especializada que nos permita obtener herramientas legales, emocionales y de crianza para sobrellevar la situación y darle al niño la oportunidad de restaurar su autoestima y elaborar las secuelas psicológicas que pudo haber dejado la vivencia de acoso. En especial, es necesario buscar esta ayuda si nuestro hijo estuvo expuesto durante un tiempo prolongado al acoso escolar. El profesional idóneo en estos casos es el psicólogo infantil y éste deberá referirnos a los demás profesionales, de ser necesario. Otra alternativa muy idónea, es acudir a una institución especializada en la atención de la violencia en donde podamos recibir la asesoría legal y psicológica.
Para terminar… Algunos consejos útiles para docentes y padres.
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Dejar de ser cómplices de la violencia escolar. Si nos percatamos que un alumno, niño o nuestro hijo está sufriendo acoso o algún tipo de maltrato es nuestro compromiso y deber legal actuar.
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Mantenernos atentos a los cambios conductuales de los niños.
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Mantener comunicación constante con ellos, especialmente escucharlos. A veces creemos que tenemos una buena comunicación con los niños cuando somos los únicos que hablamos y no nos damos cuenta que no les dejamos decir casi nada.
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No juzgar, más bien observar detenidamente. Posiblemente el niño que acosa y maltrata necesita de nuestra atención y cuidado.
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Darles herramientas a los niños para que sepan cómo actuar ante una situación de acoso. Deben saber a quién acudir, con quién hablar, cómo denunciar. La sobreprotección o la creencia de que nada malo les puede pasar los coloca en riesgo.
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Preocuparnos por atender al niño en primer lugar; no por pelear con el colegio, con los padres del niño agresor o dedicarnos a emprender procesos legales sin haber garantizado la integridad emocional y física del niño.
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Finalmente, siempre creerle al niño como primera acción. Este será el primer paso para todo lo demás. Después que se haya garantizado su seguridad, habrá tiempo suficiente para comprobar si lo que dice es real.